REFLEXIONANDO SOBRE LA ACTITUD Y LA RESILIENCIA
La actitud es el elemento fundamental para el desarrollo de la capacidad de la resiliencia.
Cuando la persona adopta una actitud positiva frente a la vida y, sobre todo, frente a las situaciones adversas, estas situaciones pierden parte de su carácter problemático y la persona es capaz de hacerle frente con una actitud activa de búsqueda de alternativas y soluciones, centrándose en la resolución del problema y no en la huída.
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De hecho, cuando se habla de éxito, bien en el mundo empresarial o en el desarrollo personal de un individuo, como es el caso del desarrollo de la capacidad de resiliencia, Victor Küppers, en su teoría del efecto bombilla, habla de que la actitud es tan importante que multiplica; no importan tanto tus conocimientos ni el tiempo que dediques (obviamente esta parte también es muy importante), sino la actitud que adoptes frente a una situación. Sin actitud, todo el tiempo que dediquemos o todo el conocimiento y habilidades que tengamos, no va a resultar tan útil como si adoptamos una actitud adecuada frente al momento en el que nos encontremos.
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De este modo, sería interesante trabajar en la reflexión de uno mismo y trabajar el autoconcepto, conociendo limitaciones y capacidades, así como la actitud necesaria para alcanzar un objetivo o hacer frente a una situación adversa.
En resumen, rabajar con uno mismo y, sobre todo, la actitud de cuestionarse y el dicho de "quien todo lo quiere, todo lo puede" es fundamental para que la persona sea capaz de desarrollar una buena capacidad de resiliencia.
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"Tú puedes ser la bombilla que brille, tú puedes ser la bomilla que tras fundirse consiga volver a encenderse, solo tienes que querer brillar, solo tienes que hacerle frente a la oscuridad".